Han vuelto a poner en la tele estos días Casablanca. La he visto de casualidad, haciendo zapping, y sólo un pedazo, ¡las malditas prisas! Al principio no la había reconocido. Y es que era la versión coloreada, claro, menos mal que pasó de moda esa manía de destrozar así algunos clásicos del cine como éste. He visto a Ingrid Bergman en una de las secuencias clave del filme, cuando entra en el bar de Rick, ya cerrado, y rememoran su historia. Era un primer plano de ella, y me costó unos segundos reconocerla con esas mejillas sonrosadas de Heidi que le habían colocado. Le sienta mejor el blanco y negro, como a él. Los elegantes claroscuros le favorecen y la refinan. 
Estamos ya bien entrados en esta estación de la que tanto se ha hablado, escrito, pintado y filmado a lo largo de la historia. Me pregunto si existirá alguna estadística sobre que estación del año ha sido más aludida. No sería extraño, hay estudios para todo hoy en día, y éste sería bastante curioso. Por cierto, el título de la entrada viene de una historieta de los geniales Zipi y Zape. En ella el padre de las criaturas les dice que va a llegar la primavera, y ellos esperan, entre travesura y travesura, a la que creen que será su prima Vera, para al final descubrir con sorpresa que se trata de la estación del año que ahora disfrutamos. La primavera tenía muy buena fama hace años, cuando todo parecía más sencillo de lo que era en realidad. 
Voy leyendo, entre rato y rato, 100 años de Bruguera, de el gato negro a ediciones B. Fue un regalo de  los Reyes Magos, pues lo pedí en mi carta, y debí ser buena, porque lo trajeron. Me hacía mucha ilusión, pues mi afición por los "tebeos" (más tarde llegaron los comics) viene de muy lejos. 
Leí por la prensa estos días atrás una noticia que me dejó sorprendida, ilusionada y tal vez un poco asustada. Como fiel amante de la ciencia ficción fue como uno de esos sueños que desde siempre esperas ver hecho realidad alguna vez, como aquel futuro sesentero de Los Supersónicos,  viviendo enttre entrañables robots y comiendo manjares convertidos en pequeñas grágeas. Algún día les dedico una entrada completa. Ahora vuelvo al asunto que quería comentar.
Cada vez estoy más convencida de lo difícil que resulta conseguir hacer realidad los planes, sobre todo los más sencillos, los de todos los días. Piensas que vas a aprovechar esas horitas que te sobran para hacer algo apetecible y, cuando está todo controlado surge lo inesperado, para bien o para mal, desde la trivialidad más absoluta hasta la más triste tragedia. Y esto viene a cuenta de que tenía ya casi acabada la entrada que quería publicar hoy en el blog, pero cuando he ido a mirar la prensa me ha sorprendido una noticia que no podía dejar de comentar, la desaparición de una de las mujeres más bellas y carismáticas de la historia del cine, Elizabeth Taylor.

Me hubiera gustado inaugurar este blog de otra manera, pero, con los tiempos que corren, no puedo dar la espalda al terrible momento que está pasando el admirable pueblo japonés y la dignidad con la que lo están llevando, así que, como una forma de homenaje, quiero contar en unas pocas líneas como ha evolucionado mi visión de su cultura a lo largo de los años.