NORMA JEAN, LA CHICA QUE NO SOBREVIVIÓ EN LA JUNGLA DE ASFALTO


Es curioso como cada cinco de agosto recordamos a una actriz que murió hace más de cincuenta años y, a pesar de eso, o, mejor, también por eso, sigue tan presente entre los aficionados al cine de verdad, aunque su controvertida figura todavía crea dudas en quien sólo la veía como una desequilibrada adicta a un sinfín de líquidos y sustancias de riesgo que sólo triunfó por su cara bonita y por saber relacionarse muy bien, un icono sexual de la época creado en los intrincados laboratorios de los hacedores de Hollywood. Mi intención hoy no es la de hacer un resumen de su vida, tan cacareada y rectificada por unos y otros, ni de su conocida filmografía. Sólo pretendo lanzar unas pinceladas sobre ella, como homenaje a una de las mejores, ayer, hoy y, seguramente, por siempre.

Para mí, y para muchos, los que la miramos sin prejuicios, los que intentamos ver a la actríz sin menospreciar a la persona, una persona tan humana que resultaba vulnerable ante todo y ante todos; una persona con un coeficiente intelectual privilegiado; una persona que, sin demasiada preparación, escribía, sin pretensiones y por necesidad, de una forma desgarrada y sin adornos, intentado echar fuera sus más íntimos demonios. Los que, como he dicho, intentamos ver a la actriz, nos deleitamos viendo cuántos registros tenía, y como sabía interpretarlos tan bien que la mayoría la consideraba y la considera una chica de pocas luces, pues su papel como tal era tan perfecto que traspasaba la pantalla. Y, claro, era más fácil identificar su persona con la mujercita simple de "Como casarse con un millonario", genial como la mayoría de sus películas, que con la mujer atormentada impregnada de ese tremendo sentimiento de abandono que nos inquietaba en "Vidas rebeldes".

Norma Jean Baker no lo tuvo fácil. A veces me pregunto si con ese nombre hubiera resultado más creíble a la gente "seria". Empezó desde abajo, desde muy abajo. Y tuvo que hacer muchas cosas para conseguir lo que quería, cosas que seguramente le dolieron hasta dejarle una huella imborrable y triste. Gracias a lo que sacrificó, gracias a lo que sufrió y a la vida que le llevó a acabar, o a que acabaran con ella, tenemos ahora un legado filmográfico difícil de olvidar.

Supongo que para ella, por lo que se vislumbra, sería difícil separar su realidad y su cine. Y digo que lo supongo pues, por muchas biografías que leamos de ella, sólo Norma Jean sabrá quien era en realidad y qué la llevó a autodestruirse cuando podía haberlo tenido todo. Y mientras lo escribo me doy cuenta de cómo caigo atrapada en el tópico habitual, porque, ¿qué es todo? Ese todo que ella podría tener no era probablemente el que quería. Tal vez sólo quería sentirse querida y valorada de verdad por ser quien era como persona, no la estrella con sonrisa eterna.

Tenía fama de llegar tarde a los ensayos, de ser caprichosa y sacar de quicio a los directores de sus trabajos, pero eso no impidió que un maestro como Wilder la eligiera para protagonizar una de las incontestables obras maestras del cine, "Con faldas y a lo loco"; ni que trabajara con el regio Laurence Olivier, aunque no se aguantaran en los rodajes, ni que se reuniera con los mejores actores que una actríz pueda soñar en "Vidas rebeldes".

¿Quién no se estremece con "Niágara"? ¿Quién puede olvidar "La tentación vive arriba"? Siempre con los partenaires masculinos perfectos, los más deseados, los más cotizados.

Yo no me atrevo a decir que Marylin-Norma fuera un juguete roto de la cruel e insaciable  industria del cine. Puede que no sólo se quebrara de eso, puede que fuera también la vida, la gente a la que quiso querer y no pudo, la gente imposible por la que quería ser querida y le partió el alma. Y, con su alma, la vida se le fue dejándonos sin más papeles inolvidables, sin una persona entrañable, sin una inteligente mujer que no supo que la mayoría viera que lo era. Ahí quedaron sus poemas, sus más íntimos pensamientos, guardados hasta que alguien los sacó a la luz, demasiado tarde, demasiadas pastillas, demasiada pasión de vivir con el corazón al aire.

Y cada cinco de agosto nos recuerda que una de las mejores actrices de la historia se fue demasiado deprisa y seguramente sin encontrar lo que buscaba. Espero que de alguna forma, donde esté, lo haya encontrado.