ADIÓS A LA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC

Cada vez estoy más convencida de lo difícil que resulta conseguir hacer realidad los planes, sobre todo los más sencillos, los de todos los días. Piensas que vas a aprovechar esas horitas que te sobran para hacer algo apetecible y, cuando está todo controlado surge lo inesperado, para bien o para mal, desde la trivialidad más absoluta hasta la más triste tragedia. Y esto viene a cuenta de que tenía ya casi acabada la entrada que quería publicar hoy en el blog, pero cuando he ido a mirar la prensa me ha sorprendido una noticia que no podía dejar de comentar, la desaparición de una de las mujeres más bellas y carismáticas de la historia del cine, Elizabeth Taylor.
Cada vez queda menos de aquel mundo glamouroso de Hollywood. Ella lo representaba muy bien. Y demostró que detrás de aquel espectacular físico y aquellos ojos de un color imposible había una espléndida actriz. La vimos todavía niña en El coraje de Lassie, en la que nos hacía sufrir y llorar, como pasa en casi todas las películas protagonizadas por animales, todo hay que decirlo. Después en Mujercitas, donde comenzó a destacar interpretando a la coqueta y caprichosa Amy. Creo que hasta los diálogos me llegué a aprender, pues hace ya algunos años nos la ponían siempre en las vacaciones navideñas. La esperábamos cada año como si no la hubiésemos visto nunca, y ahora a la televisión en Navidad parece que le falta algo sin la historia de las cuatro hermanas, sus alegrías y sus penas. No era una de las mejores películas, ni de Liz Taylor ni del cine en general, pero ese clima hogareño que tan bien sabe crear el cine americano nos producía una agradable sensación en esas fechas. De todas formas, siempre nos quedará Qué bello es vivir, film que merece, por sí solo uno y mil blogs. Luego llegó Gigante, con el divino y maldito James Dean. Para mí, las secuencias en las que salen ellos dos tienen tal fuerza que  eclipsan la sobria y correcta actuación de Rock Hudson, con todos mis respetos para otro gran actor. En La gata sobre el tejado de zinc apareció con otro guapísimo del cine, Paul Newman, que era aquí el atormentado. Y por último cito mis dos favoritas de esta actriz, con el mismo partenaire además, otro maldito y genial actor, Montgomery Clift, su gran amigo. Una de ellas, El árbol de la vida, una complicada historia de amor atormentado que tan bien le iba a ella, la de una mujer traumatizada que busca algo sin encontrarlo y sin darse cuenta de que siempre ha estado junto a ella. Y, por fin, la trágica y perfecta adaptación de Tenessee Williams, la que nos revuelve el estómago y el corazón, De repente, el último verano, con el Clift más torturado de su filmografía, y que me vino a la mente cuando leí El perfume, obra que por cierto no me entusiasmó demasiado a pesar de su buena acogida entre la crítica y el público. Pensé en el paralelismo del final de los dos protagonistas masculinos. Ya en su madurez la actriz estuvo muy unida a Michael Jackson, y él intentó parecerse a ella operación tras operación. Pienso que debió ser una mujer excepcional, amiga de sus amigos, que vivió intensamente dejando atrás muchos prejuicios, y protagonizando otros tantos escándalos, y también pienso que se ha ido demasiado pronto. Seguro que donde esté encontrará a muchos de esos amigos que se fueron.