Han vuelto a poner en la tele estos días Casablanca. La he visto de casualidad, haciendo zapping, y sólo un pedazo, ¡las malditas prisas! Al principio no la había reconocido. Y es que era la versión coloreada, claro, menos mal que pasó de moda esa manía de destrozar así algunos clásicos del cine como éste. He visto a Ingrid Bergman en una de las secuencias clave del filme, cuando entra en el bar de Rick, ya cerrado, y rememoran su historia. Era un primer plano de ella, y me costó unos segundos reconocerla con esas mejillas sonrosadas de Heidi que le habían colocado. Le sienta mejor el blanco y negro, como a él. Los elegantes claroscuros le favorecen y la refinan. 
Estamos ya bien entrados en esta estación de la que tanto se ha hablado, escrito, pintado y filmado a lo largo de la historia. Me pregunto si existirá alguna estadística sobre que estación del año ha sido más aludida. No sería extraño, hay estudios para todo hoy en día, y éste sería bastante curioso. Por cierto, el título de la entrada viene de una historieta de los geniales Zipi y Zape. En ella el padre de las criaturas les dice que va a llegar la primavera, y ellos esperan, entre travesura y travesura, a la que creen que será su prima Vera, para al final descubrir con sorpresa que se trata de la estación del año que ahora disfrutamos. La primavera tenía muy buena fama hace años, cuando todo parecía más sencillo de lo que era en realidad. 
Voy leyendo, entre rato y rato, 100 años de Bruguera, de el gato negro a ediciones B. Fue un regalo de  los Reyes Magos, pues lo pedí en mi carta, y debí ser buena, porque lo trajeron. Me hacía mucha ilusión, pues mi afición por los "tebeos" (más tarde llegaron los comics) viene de muy lejos.