Leí por la prensa estos días atrás una noticia que me dejó sorprendida, ilusionada y tal vez un poco asustada. Como fiel amante de la ciencia ficción fue como uno de esos sueños que desde siempre esperas ver hecho realidad alguna vez, como aquel futuro sesentero de Los Supersónicos,  viviendo enttre entrañables robots y comiendo manjares convertidos en pequeñas grágeas. Algún día les dedico una entrada completa. Ahora vuelvo al asunto que quería comentar.
Cada vez estoy más convencida de lo difícil que resulta conseguir hacer realidad los planes, sobre todo los más sencillos, los de todos los días. Piensas que vas a aprovechar esas horitas que te sobran para hacer algo apetecible y, cuando está todo controlado surge lo inesperado, para bien o para mal, desde la trivialidad más absoluta hasta la más triste tragedia. Y esto viene a cuenta de que tenía ya casi acabada la entrada que quería publicar hoy en el blog, pero cuando he ido a mirar la prensa me ha sorprendido una noticia que no podía dejar de comentar, la desaparición de una de las mujeres más bellas y carismáticas de la historia del cine, Elizabeth Taylor.

Me hubiera gustado inaugurar este blog de otra manera, pero, con los tiempos que corren, no puedo dar la espalda al terrible momento que está pasando el admirable pueblo japonés y la dignidad con la que lo están llevando, así que, como una forma de homenaje, quiero contar en unas pocas líneas como ha evolucionado mi visión de su cultura a lo largo de los años.